Conciertos en Lula The Club

Crónica y fotos: Sergio García Lavilla

Concierto perteneciente a la gira de su primer disco Palomar Parade denominada Europe & UK 2024, en la que el grupo de indie/folk australiano, compuesto en 2011 por Nic Johnston, Dan Wallage, and Jack Rollins, han concentrado todos los mejores temas que a lo largo de 10 años de Eps y singles.

Debo reconocer que este grupo no me resulta desconocido, ya que estuve en el 2019 en el Teatro Lara viéndolos, cuando aún eran más desconocidos al no tener más que un par de EPs en el mercado, pero aún así, tenían grandes canciones que me engancharon desde el comienzo.

La cita era en la sala Lula Club, en un ciclo musical, que junto con los amigos de Intromúsica, han traído grandes grupos como Niños Mutantes, Temples, Apartamentos Acapulco, Miles Kane y que todavía nos esperan sorpresas como Divine Comedy, Mudhoney, Jordan Rakei entre otros.

Con un Sold Out nada sorprendente, la cola se remontaba a más de una hora antes de la apertura de puertas dando la vuelta a la manzana de esta sala situada en la mismísima Gran Via de Madrid. Tuve suerte y me dejaron pasar antes de la apertura para poder situarme cerca del escenario, ya que en pocos minutos la sala se llenó pese a tener telonero.

A las 20:30 calentando la noche tenemos a Sean Koch, cantante sudafricano, que con su look surfero y sus sonidos oceánicos (como la propia intro nos mostró), nos mostró a lo largo de una docena de temas su buen hacer en el escenario. Con influencias de autores como Xavier Rudd, Bob Marley o los alemanes Milky Chance, ante un desagradable ruido de fondo (si quieres hablar quédate fuera, pero respeta el trabajo del musico), supo sobreponerse y, pese a tener solamente el apoyo de una guitarra acústica y un bajista-percusionista, realizar un más que buen bolo, agradeciendo a todo el mundo su presencia.

Con un pequeño lapso de retirada de elementos técnicos y comprobación de instrumentos, salen entre un griterío que hacía vibrar la sala (gente en las escaleras incluso), el trio (quinteto si consideramos al bajo y batería de apoyo) australiano.

Sin más dilación arrancamos con la batería y armónica característica de What i do, muy Bob Dylan pero con la característica voz rasgada de Jack Rollins. Con On my Way aparece por primera vez el banjo, que junto a los teclados de Nic, nos sumergen en el auténtico sonido folk, que nos teletransporta a la América más profunda pese a ser australianos (¿no son Mumford and Sons británicos?).

Van entrando en calor, alternando temas acústicos muy envolventes empastando las tres voces cual coro de góspel, en temas como It must be Luck o el melancólico Come Away, armónica y banjo, que te lleva a la hoguera del campamento en las calurosas noches de agosto.

La sorpresa llegó cuando sonaba el tema Oh my my, lanzado apenas unos días antes y tocado por primera vez en directo en vez del Hard to Tell habitual en el setlist de la banda. Retirada momentánea del batería y bajista, para en total acústico (como los vi hace 5 años) marcarse dos temazos a tres voces como son Head to Above the Water y Innapropiate Behaviour con un publico en absoluto silencio (por cierto, muy heterogéneo, pero con mucho sector femenino).

Los temas van fluyendo en una gran atmósfera, como son Lost Cause, You Might Think, la espectacular Into de Sun (quizás la que más me gusta del grupo) de la voz más aguda de Nic y el tempo que te hace disfrutar cada acorde y la pre bises Another Night con su ritmo más folkie.

Tras ser aclamados por un público que no quería que terminase así, dos temas adicionales, una cover que se salía de la línea indie-folk como fue Millionaire (Pat Burgener) seguida del coreado California, una melodía campechana, alegre y animada que va aumentando en ritmo e intensidad con final explosivo que fue un gran fin de fiesta.

Hay que reconocer que Sons of the East representan una versión divertida, fresca y contemporánea del folk clásico, demostrando una energía muy bien compaginada con letras que transmiten sentimientos. Con un directo muy bueno, sin apenas artificios musicales (muy de moda últimamente) y con un acople de voces que raya la perfección, estamos ante un grupo que no tiene nada que envidiar a Mumford and Sons.

Semana de grupos australianos (no os perdáis la crónica de Psychedelic Porn Crumpets) que espero no tardar otros 5 años en verlos (Tame Impala y King Gizzard van por el mismo camino).

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