Maika Makovski en Madrid

Crónica y fotos: Sergio García Lavilla

Concierto perteneciente a la gira presentación del octavo disco de la compositora mallorquina, que lleva por título ‘Bunker Rococó’(24), en el que se sumerge en melodías experimentales sin una estructura fija, creando atmósferas complejas sin perder fluidez en los desarrollos, deliciosamente acompañadas por una voz, que nos hace recordar a los primeros discos de Portishead y la voz de Beth Gibbons.

La cita era en La Sala del Wizink dentro del ciclo Inverfest, la misma tarde en la que en el propio Wizink tocaban los andaluces Derby Motoreta`s Burrito Kachimba, cosa que me hizo dudar en un primer momento sobre mi elección.

Me decanté por Maika por ver en primera persona, como era capaz de adaptar al directo los temas tan complejos de su último disco, además de ver su puesta en escena, que incluye acompañamiento de violines y elementos de aire, muy Rococó.

Sin teloneros y puntual como un concierto de cámara, tomaron entre brumas posiciones sobre el escenario los músicos que iban a acompañar a Maika. La cantante con una peluca propia de la corte de Luis XV, ataviada con una camisa blanca y botas mosqueteras, tomaba posición en el piano que asemejaba a un clavecín.

La forma de empezar no podía ser otra que la del disco, con Muscle Cars, sintetizadores, ritmo 7×8, estribillo machacón, transiciones basadas en la modulación de la voz y sonidos juglares, en penumbra y con luz contrapicada, nos transportan a otros tiempos y lugares como la Macedonia de sus progenitores.

Silencio para el inicio de A.I. una melodía que nos habla desde la balada como la inteligencia artificial nos desnaturaliza la sociedad, pasando de lo orgánico a un final más robótico que plasma la deriva actual de las relaciones humanas.

El escenario se llena de luz para enlazar dos temas como son Exotic Ingredients con su inicio más guitarrero con The Brotherhood que nos lleva los terrenos de una PJ Harvey primigenia. El sonido es realmente bueno, limpio y permitiendo el lucimiento de la increíble voz de Maika, aún pese a la pérdida de una de las cuerdas de la violinista, que la hizo pasar un mal rato, pese a intentar cambiar la cuerda de forma fallida.

A medida que vamos desgranando todos los temas que componen el disco, la más synth pop como es Just a boy, The Spanish Inquisition, Syrinx repitiendo el compas 7×8 que le da un toque folclórico, los giros sorpresivos de B-Series, My Head is a Vampire que tantos quebraderos de cabeza le dio en su composición, nos deja destellos de sus anteriores trabajos, algo menos complejos que son más reconocibles para el Público.

No podía faltar la oda al amor incondicional de l Love You Till I Die y la speedica Reaching out to you con sus toques techno ochenteros a lo Giorgio Moroder, de su anterior disco MKMK (21) para ir cerrando una noche que ninguno queríamos que finalizara.

La triada final estuvo compuesta por Language más rockera en la que las guitarras adquieren más protagonismo, seguida de la serpenteante Lava Love de su primer trabajo, en la que nos muestra su lado más oscuro, recordándonos al crooner Nick Cave. Con The Door, quizás la mejor de su último trabajo se despedía de un público totalmente entregado que gracias a su insistencia, consiguió que la artista nos deleitara con un último acústico, Song of Distance entre una ovación que hizo que Maika se emocionara agradeciendo a todos los asistentes su apoyo.

Increíble puesta en escena, ambiente, sonido, iluminación, repertorio…más que un concierto estamos ante un viaje sensorial.

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