Crónica y fotos: Sergio García Lavilla
Concierto presentación del quinto disco de la banda sevillana que lleva por título ‘Trópico’, que tras cinco años de larga espera desde su increíble ‘Gurú’, nos vuelven a golpear en toda la materia gris con su inclasificable estilo musical.
Corría el año 2005 cuando Daniel Alonso, Pablo Peña y Darío del Moral (excomponentes de Renochild), unían sus facetas creativas para fusionar el rock flamenco, jazz, synth wave, punk, funk, techno aderezado con letras incisivas y cargadas de crítica social, para convertirse en un referente del rock andaluz (junto con Califato ¾) a lo largo casi dos décadas de grandes temas y mejores directos.
La cita era en la Sala But, el mismo día que la Casa Azul llenaba el Wizink, y multitud de conciertos por las fiestas del Pilar llenaban de escenarios las principales plazas de Madrid, cosa que no impidió que un numerosísimo tropel de seguidores de la banda, llenase casi por completo la sala.
Apertura de puertas a las 8, con una cola que daba llegaba hasta la otra acera, con rezagados de última hora intentando pillar entradas, para descubrir nada más entrar un ambiente de psicodelia de luces amarillas y estroboscópicas, que nos preparaban para la sesión psicotrópica de los sevillanos.
Sin teloneros comienzan puntuales con Linda, el ritmo lento, lisérgico, con una iluminación que iba in crescendo a medida que las notas embriagadoras tomaban fuerza, xilofón, synth, atmosfera pesada. La coplilla Niña de Fuego nos lleva a lo más hondo de Sevilla, con su ritmo pausado y letras costumbristas, como si un paso de Semana Santa se tratase y enlazar con Cést Chic c’est bon, aludiendo a la Torre del Oro con un estribillo muy blackplotation de los 70.
Tras un viaje con Noche de Setas (versión no muy acertada del tema que nos dejó un poco fríos), el rockabilly de Rayo, llega la industrial Chichén Itzá sonido dub y funk que nos transportaba a los clubes de psicodelia de los 70.
La pantalla iba mostrando imágenes acordes a los temas, como en el caso de la satírica Político Neoliberal con ritmos caribeños; a Martes y Trece en Rey Boabdil, en una inclasificable canción con sonidos distópicos.
Este grupo mezcla sonidos muy psicodélicos (potenciados con el Celemín que incluyen en varios temas), que invitan a consumir potenciadores de los sentidos (vosotros me entendéis), con guitarras y un bajo espectacular (con mucha presencia en todos los temas).
Tras la sensualidad de Magic Feeling nos vamos acercando al final, con Jazmín de Megatrón nos muestran el funk más rabioso, recordando las fiestas que hacían en la facultad con el club de amigos Megatrón (habría que haberles visto viajando al mundo de Alicia en el País de las Maravillas cayendo en la madriguera del conejo).
El bis nos reservaba lo mejor de la noche, los ritmos latinos fusionados con danzas tribales africanas aderezado con una base de synth de Totomami pone a todo el mundo a bailar. No puede faltar la Rave de Dios, con su intro sacramental que va tornándose en ritmos dance, con una base de guitarra que va adquiriendo peso y velocidad, bajo marcando el ritmo, muy Califato mezclado con Jefferson Airplane, iniciando un viaje espacial junto al Major Tom de Space Odity.
Como suele ser habitual cerramos con Mi Dni y un invitado especial, Joaquín Reyes, que dio un puntito canalla a esta canción-rapeo con la que Pony Bravo se despidió de un público que pedía más.
Un concierto en el que el rock andaluz, funk, synth, krautrock, letras divertidas y bases muy psicodélicas, hicieron las delicias de los que pudimos disfrutarlos en la But.