Crónica y fotos: Sergio García Lavilla
Concierto perteneciente a la gira Charmed Life de esta banda norirlandesa, liderada por el histriónico Neil Hannon, con la que culmina el lanzamiento de su segundo recopilatorio que recoge sus más de 30 años sobre el escenario. Representante del Chamber pop, combinando rock music con arreglos de cuerdas, pianos, trompetas, deliciosas armonías vocales y desarrolladas letras (recogidas de las orquestas y lounge de los 60s), todo, totalmente engranado bajo el paraguas de un auténtico representante del estilo crooner como es Neil (estilo suave e íntimo).
La cita era en el Lula Club, que mejor lugar para este estilo musical, cercano e intimo que acerca al cantante al público formando un solo ente, entre romántico y barroco.
La tarde del inicio del MADO 24 presentaba una Gran Vía a reventar de gente que, bajo un calor terrorífico, buscaba el menor resquicio de sombra, sobre todo la larga fila de seguidores de la banda que esperaban con mucha impaciencia la apertura de puertas para disfrutar, sin teloneros, del cantante norirlandés.
Cual chupinazo de San Fermín, los primeros lugares fueron copados por seguidores de todos los países (franceses, ingleses,) desde las 8 como si fuera a salir el mismismo Bruce Springsteen.
Me gusta analizar el tipo de público que va a los conciertos porque te transmite mucho del artista, en el caso de The Divine Comedy, estamos ante un perfil de más de 40 que le gusta disfrutar de la música, de la melodía, de la lírica, de la puesta en escena, como podía aplicarse al público de Bowie o Talking Heads.
Tras una espera la algo más de una hora, bajan por las escaleras, cual vedettes, los componentes de la banda (son banda de acompañamiento del auténtico genio Neil Hannon), para acomodarse en dos pianos, batería, bajo y guitarra principal como perfectos escoltas del actor principal. Bajo un mar de aplausos se coloca en el centro del escenario, ataviado con un impecable traje y copa de vino blanco en la mano, Neil para saludarnos en castellano, siguiendo su costumbre de aprenderse algunas palabras del idioma del país donde realiza sus shows.
No puede elegir mejor comienzo que The Certainty of Chance, una pieza que te sumerge desde su melodía, sus modulaciones de voz, sus arreglos orquestales que te sumergen en la música de cámara característica de Divine Comedy. Pero hay que animar un poco, con Generation Sex, un tema más acelerado más popero, pero que no pierde la oportunidad de mostrar los arreglos de piano y un riff de guitarra delicioso, fiel representante del popmod de los 60s.
Neil aprovecha entre tema y tema para hablar con el público, haciendo el típico humor inglés, como cuando dijo que por la edad del público adaptaría el tiempo a algo menos de una hora, que cuantos habían estado en Dublín, que no podría vivir en España con ese calor y que el castellano era difícil para él, pero que fuésemos a Irlanda a ver que tal se nos daba el acento. Interactuar con el público es un arte, si además lo haces partícipe dándole la pandereta a para que te acompañe en unos de los temas, es de maestro transmitiendo a la vez la sensación de estar disfrutando del show.
Repaso por todos los álbumes de su carrera, desde la popera At the Indie Disco, pasando por la cabaretera Bad Ambassador, recordando con Have You Ever Been in Love a Sinatra (Crooner por excelencia), la barroca Your Daddys Car, la florida Songs of Love que nos hace recordar a grupos como Belle and Sebastian (herederos de este genio).
Nos íbamos acercando al final, Our mutual Friend daba el pistoletazo de salida, que con National Express, uno de los temas más reconocibles de la banda para los neófitos, alegre, rápida, en la que te lleva a un viaje de diversión para ahogar las penas de la vida para despedirse con Tonight we fly y su rapidísimo inicio cual caballería a la carga y su pegadizo estribillo que suele ser tema de cierre de sus conciertos.
El bis previsto era To the Rescue y cerrando con Charmed Life, que daba nombre a la gira, pero la sorpresa final todavía estaba por llegar, ya que, tras el primer tema, preguntó a la gente que si faltaba alguno por escucharse. Cual fue la sorpresa cuando al unísono pedimos Absent Friends, que tirando la púa diciendo “al carajo”, cerró con la trotona y coreada melodía en un gran concierto que repasó toda la carrera de este autentico gentleman de la escena.
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