Crónica y fotos: Sergio García Lavilla
Concierto perteneciente a la gira del tercer disco de la banda irlandesa, que lleva por título ‘Blindness’ (2025), con el que consiguen equilibrar el sonido post-punk rabioso de sus inicios cercanos a Idles, con el sonido oscuro, intenso e introspectivo de su segundo trabajo que los acercaba a Joy Division.
El quinteto irlandés liderado por James McGovern, aterrizaba en la Sala Copérnico dentro del ciclo Sound Isidro y Primavera Tours, dentro de la gira europea de la banda sin colgar el Sold Out.
En plenas fiestas del Dos de Mayo en Madrid, con conciertos gratuitos como el de Carolina Durante, un puente en el que mucha gente aprovechó para irse a la playa o al Warm up de Murcia, el llenar casi un 80% de la Copérnico es todo un triunfo.
Apertura a las 8 con una fila de incondicionales seguidores, extranjeros en su mayor parte (italianos, ingleses,), que se apresuraban a coger los primeros puestos, a fin de poder estar lo más cerca del grupo pese a los pogos que se podían intuir desde el metro de Moncloa.
Los teloneros eran Hex Girlfriend, grupo inglés formado por James Knott y Noah Yorke, con una estética muy 21 Pilots (batería y bajo). Pero, un momento, ¿Yorke?, efectivamente estamos con el grupo del hijo menor del cantante de Radiohead (Thom Yorke), al igual que la semana pasada pasó Inhaler con el hijo de Bono. Posiblemente casi nadie se percató de este hecho, menos durante los 40 minutos en los que, ataviados con batas de médico y gafas de sol, ofrecieron su característica fusión de electrónica glitchy con aires rave y noise rock.
Atronador recibimiento de un público que era muy heterogéneo, desde veinteañeros (que es lo que esperas de bandas no tan longevas) a nostálgicos de otras épocas que vivieron los 80s y que se meten en los pogos una vez que han tomado el elixir de la eterna juventud.
Arrancamos con The Fall y su noise guitarrero para ir calentando, muy Fontaines DC (compañeros de universidad), para continuar con More is Less, con desparrame total del público, muy en la línea de Idles, marca de la casa de su primer trabajo. Bajamos intensidad con Death of a Giant, su compleja instrumentación nos muestra la parte más técnica de los componentes de la banda, sonando muy redondos y en ocasiones más shoegaze que empasta perfectamente con la atmosfera densa de The Stars Will Leave The Stage.
La parte central gira entorno a su último disco, con temas más calmados, en los que las letras toman peso, muy cargados de guitarras menos ruidosas, más fuzz, donde A Distant Life, la psicodelia de Swallow, Can’t Pretend to Know, Moonshot o That Feeling, tuvieron acogida dispar, pese a pogear cualquier punteo de guitarra, con incidente incluido de un pureta que no supo regular el elixir cual Obelix octogenario.
Con Don’t Cling to Life cerraban el repertorio pre bises, en lo que estaba siendo un concierto a dos velocidades, más guitarreros cuando se centraban en sus primeros temas y algo más experimental cuando tiraban de distorsión y pedales acercándose a grupos como BDRMM o DIIV.
El cierre lo componían Ethel, muy cercano a Pavement pero que coge velocidad para terminar con guitarras y voz desgarrada que hace las delicias del personal. Words of Lost Meaning con su bajo percutor y su guitarra muy noventera, ensalza el estribillo muy grunge que podía recordar a grupos como Soundgarden o Nirvana.
Love to Country despedía el show, con bandera palestina incluida, quizás, un tema demasiado calmado para cerrar el show, con mucha reflexión sobre los nacionalismos y bajas revoluciones, que no me pareció muy adecuado para cerrar la noche por el bajón que te deja.