Crónica y fotos: Sergio García Lavilla
Concierto perteneciente a la gira Europea 2024, de la banda australiana de psychedelic rock, originaria de Perth, liderada por el cantante y guitarrista Jack McEwan desde sus inicios en 2014.
Al igual que sus compatriotas King Gizzard, Pond o Tame Impala, desarrollan un sonido enérgico con mucho synth y guitarras potentes dentro de la base de la psicodelia de los años 60/70s.
Al igual que King Gizzard (quizás no tan heterogéneos en cuanto a géneros musicales desarrollados), la producción musical es muy extensa, con 6 discos en 8 años, con el primigenio High Visceral hasta el último Fronzoli que sirve como base para la gira mundial que los llevará en España también a Barcelona y al Azkena Festival.
La cita es en la Sala El Sol, con un Sold Out desde hacía semanas (es difícil ver a bandas australianas por estas tierras), con una legión de seguidores con ganas de darlo todo en un escenario propicio para el desparrame, gestionados perfectamente por los porteros del Sol (de lo más profesional que he visto junto con la Riviera).
Como suele ser habitual, la apertura de puertas en el Sol es a las 21h (algo que se agradece para tomarse unas birras antes por los bares de la zona), con bastante gente haciendo cola para entrar y situarse en primera fila.
Sin teloneros y con la sala llena, empieza a sonar el Nessum Dorma de Puccini, calentando la sala (que nadie duerma), algo que me resultó curioso, ya que las intros de los grupos no suelen tirar por estos derroteros.
En la apoteosis de All’alba vincero, arranca el bolo con la potente Tally-Ho, más en la línea de King Gizzard en su fase hardcore, con guitarras estilo garaje y ritmo frenético que dan el pistoletazo de salida al Pogo permanente en lo que se convirtió la sala, salvo en la parte más psicodélica central y la parte de repostar cerveza.
Con Alakazam seguían intentando afinar el sonido y equilibrar guitarras con voces, ya que tapaba muchísimo y apenas se discernía al cantante, cosa que se empezó a enderezar con Surf’s up, el tema que más me recuerda a Tame Impala, con sus reverberaciones y sus cambios de tono proyectados con los synths, un pelotazo de tema de su primer disco.
Tras Mundungus llega Nootmare Meow que muestra la evolución de la banda hacia riffts de rock más psicológicos, con cambios de ritmo algo confusos marca de la casa. El punto de inflexión hacia la parte más melódica (November, Entrophy), algo que hacen a la perfección, lo hicieron con la enigmática Lava Lamp Disco, con rifft de guitarra más propio de una banda Heavy, seguida de la pegadiza Bills Mandolin (la intro es brutal y pegadiza).
Tras una breva despedida como suele ser habitual salvo si eres Charles Michael Kittridge, o más conocido como Frank Black, tocaban los últimos 4 temas de la noche, empezando por la potente Cubensis Lenses con toques arabescos de guitarra que nos hacen recordar a nuestros DMBK. Enlazamos con la extraña Hot! Heat que empieza muy sesentera como si estuviéramos ante otro tema de Magic and Mistery Tour, pero que rompe con la desgarrada voz de Jack como si ante una banda grunge estuviéramos (son eclécticos, pero dentro de un guion muy bien definido).
Quedaba despedirse con la psicodelia de Cornflake y sus cambios de ritmo muy Impala, sin olvidarnos del tema que más los ha proyectado a nivel mundial, que no es otro que Hymn for a Droid, quizás el tema más Stoner de la banda con guitarras aceleradas y con mucho músculo, con letra muy orientada al Psynth-folk, perfecta para cerrar una noche perfecta, que muchos comentaban a la salida.
Grupo recomendable para amantes de King Gizzard y Tame Impala.