Crónica: @mr.barciela
El pasado día 9 de diciembre, Madrid fue testigo de un momento eterno que sin duda
permanecerá guardado en la historia del gran Wizink Center. La leyenda Paul McCartney volvía a la capital de España, para regalar a su público, madrileño, una noche inolvidable.
Cuando hablamos de los grandes compositores de la historia de la música, nos viene a la mente nombres como Mozart, Bach, Verdi, Puccini, Beethoven entre muchos otros. Todos estos siguen y seguirán vivos por los siglos, se volverán a interpretar sus obras y siempre serán recordadas, marcando una época y estilo, frente a muchos músicos que se desarrollaron en sus diferentes épocas. Los Beatles han sido los máximos representantes de la música actual, siendo epicentro en la influencia creativa para muchos músicos que han aparecido después y aparecerán. Sus canciones perdurarán en el tiempo junto con las grandes sinfonías y serán estudiados dentro del mundo de la música, pasados cien años. Todo este legado de los Beatles, más toda una carrera de éxitos en solitario, son los que McCartney sostiene a sus espaldas y quiso homenajear en la pasada noche.
El Wizink center sabía que la noche iba a ser muy especial y se respiraba un aroma
diferente. Con todo vendido, los asistentes estaban muy expectantes a las dos pantallas
que se situaban a cada lado del escenario. En ellas se podía ver los bajos de un gran
rascacielos que iba subiendo poco a poco, mostrando la vida y obra de Paul, tanto en
solitario, como con los Beatles.
Pasados quince minutos, de las nueve de la noche, hora establecida para el inicio de
concierto, en la proyección de rascacielos, todos pudimos ver como llegaba finalmente a la cima del edificio, con la forma del bajo de viola de Paul. Las luces se apagaron y fueron
subiendo al escenario toda la banda junto con la gran leyenda. “Can’t Buy Me Love” fue la encargada de abrir un show que sería inolvidable.
Con muy buen sonido de los músicos y con mucho respeto a su propio legado, Paul respetó los arreglos originales de las canciones trasladando al público por todos sus años de carrera. No faltaron tampoco los guiños en español, después de su segunda canción “Junior’s Farm”, McCartney saludaba diciendo que “Estaba muy feliz de volver a estar con todos vosotros” después de 8 años de ausencia en la capital de España.
El concierto se alargó casi a las tres horas, afortunadamente para todos los que pudimos vivir la experiencia. Como eje central del recital, se encontraba el repertorio de los Beatles alternado con sus éxitos en solitario. Sonaron éxitos como “Drive My Car”, “Got To Get You Into My Life”, “Getting Better”, con “Love Me Do” viajamos a “The Cavern”, primer local donde se dieron a conocer en Liverpool. Gracias a la tecnología con “Now And Then” en las pantallas mostraron a los cuatro Beatles como si vivos estuvieran, canción publicada el pasado año, supuestamente el último tema inédito del grupo.
Con “Get Back” se encaminaba la recta final del recital antes de los bises. Con esta canción el público enloqueció, llenando de energía todo el pabellón. Sin tiempo de respiro, Paul se sentó en el piano para interpretar “Let It Be”. Todos habíamos acudido con la intención de escuchar esta obra maestra, la magia recorrió todos los rincones del Wizink Center. “Hey Jude” dio el protagonismo al público, cantando un estribillo que podría no tener fin, sus fans estaban donde querían, cantando con Paul. Con este tema la estrella abandonaba el escenario, antes de los bises.
Ondeando la bandera de España, Paul apareció en el escenario junto con sus músicos, ellos sosteniendo la bandera de LGBTIQ+ y la de Reino Unido, para regalarnos unos cuantos bises finales. Todos estos enfocados en su carrera con los Beatles. La emoción embargó el pabellón con el primer tema “I’ve Got A Feeling”, con aparición en las pantallas de John Lennon contando junto a McCartney, bendita tecnología bien realizada. El músico inglés prosiguió con “Sgt.Pepper’s Lonely Hearts Club Band” y “Helter Skelter”, canción perteneciente al disco “White” la cual inspiró a Charles Manson, en 1969, a planear sus famosos crímenes. El disco “Abbey Road” tomó todo el protagonismo en la recta final del concierto, con “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End” como última canción para cerrar una noche soñada y recordada.