Concierto Havalina en Madrid

Texto y fotografías: Sergio García Lavilla

Concierto presentación del décimo álbum de la banda madrileña que lleva por título Maquinaria (2023) en la sala La Paqui (antiguo Ochoymedio); en la que da un paso más, sumergiéndose en el universo post-punk de los 80, sombrío, metálico, futurista, embriagador, oprimente, para ser una de las  bandas de culto del panorama no comercial español. 

Desde sus inicios como Havalina Blu en el 2001, por la fusión de dos bandas Sugar Kane y Rosebud, de la que solo queda Manuel Cabezalí (guitarra y alma mater), se ha caracterizado por ser una banda en continua evolución, siendo referente a muchos de los grupos que hemos visto y vemos en la actualidad.  

Estamos ante lo que definiríamos como un grupo superviviente, independiente de las modas del momento, haciendo su música, pasándolo bien, sabiendo surfear en las corrientes de la vida y ser feliz con lo que te da, tal y como comenta Manuel en una reciente entrevista.  

Pero vamos a lo importante, que, al fin y al cabo, es la puesta en directo de la obra cúlmen de estos madrileños. 

La sala elegida era la antigua Ochoymedio, ahora La Paqui, o lo que para los más viejunos era But. El local se presta a conciertos muy compactos, sin el agobio de salas más pequeñas, con buena acústica y que permite estar cerca de los artistas disfrutando de la proximidad. 

La cita sin teloneros era a las 9, con apertura previa de puertas para poder tomar una cerveza, mientras cogíamos posiciones ante una sala que no presentaba muchas apreturas. Es cierto que Havalina no es una banda con amplia repercusión en la radio frecuencias, pero atesora mucha calidad en sus composiciones que lo hace ave raris en el panorama musical. 

El público era sin duda gourmet, o lo que es lo mismo, gente muy ecléctica y que busca algo más en las composiciones. 

El concierto se compone de dos partes claramente diferenciadas, una primera al más puro estilo Pink Floyd, con The Wall, y una segunda que recorrería temas de los últimos discos de la banda más estilo rock progresivo. 

En el escenario los 4 componentes del grupo Manuel Cabezalí, Javier Couceiro, Jaime Olmedo, y la última incorporación, la bajista Teresa Martínez (proveniente del grupo Pan). De un blanco riguroso, con símbolos independientes al más puro estilo Lost, arrancan con los primeros acordes de Himno nº9 que representa una plegaria a las máquinas que serán el hilo conductor de esta primera parte del concierto. 

Con las densas guitarras de Maquinaria sigue el viaje hacia un universo oscuro con toques asfixiantes reflejados en los temas Salmo, Actitud, Circuito Cerrado, con un peso de guitarras y sección rítmica potente, aderezado con sintetizadores y la voz envolvente de Manuel en la que La Rueda es su mayor exponente. 

Primera sorpresa de la noche con la aparición de Nieves Lázaro para hacer las voces de La Palabra, vestida cual monje de religión futurista de riguroso negro y solemnidad apabullante. Tras Charco y Deconstrucción, llega el fin del primer bloque con el tema Naciente, un tema de ocho minutos que sirve como cierre de esta primera parte, como si de una Opera se tratase. 

Tras un brevísimo interludio, vuelven al escenario con camisetas oscuras, como si de una transformación se tratase. Es el momento de agradecimientos y de iniciar un viaje a través de su discografía, empezando por Imperfección (2009) de su disco homónimo, con sus bajos rasgados y melodía fluyendo a través de un rio de guitarras, que maridó perfectamente con Incursiones del mismo LP. 

De Muerdesombra (2017) sonaron fusionadas Alta Tormenta I con sus potentes riffts y la línea de bajo demoledora con Alta Tormenta II más psicodélica, ambiental y progresiva. De su disco Isla Cemento sonó Cementerio con sus letras profundas, para cerrar con 3 temas de su disco H (2012) al más estilo Queens of Stone Age maridados con The Cure. 

Primero con las guitarras oscuras de Norte, seguida de la electrizante y potente Viaje al Sol, quizás la más parecida a un sonido Rufus T. Firefly y cerrando con Estruendo, una composición que aúna todo el potencial de la banda, con sonidos Stoner, en una pseudoimprovisación instrumental con una voz que rompe y te lleva a lo más oscuro y profundo del viaje. 

Dos horas de espectáculo, para los muy cafeteros y no apto para teenagers sin capacidad de degustar un buen vino. 

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