Crónica y fotos: Sergio García Lavilla
En la jungla que se ha convertido el panorama musical actual, la supervivencia de los grupos se ha vuelto muy complicada, más si no estás en la línea de los estilos predominantes del momento. Las redes sociales y las plataformas musicales han modificado la estructura de los lanzamientos musicales de los grupos emergentes, ya que predomina el lanzamiento sucesivo de singles, para aglutinarlos en un EP cuando funcionan 5/6 temas, manteniendo la visibilidad de los grupos el mayor tiempo posible, afianzándolos con conciertos en salas para ver cómo funcionan en directo.
Ladmiro son un grupo que ha ido evolucionando en el tiempo, afianzando sus bases musicales y centrando el estilo, hacia un pop fresco con aires sesenteros (bebiendo de las aguas del movimiento beat) pero con letras muy actuales que reflejan los problemas y las inquietudes de una sociedad en muchos casos deshumanizada por las Redes Sociales.
Los llevo siguiendo desde que los ví como teloneros de Hombres G, fue en acústico en la Riviera en 2022, en la que me sorprendieron gratamente, que desembocó en un gran EP ‘Hay un Tigre en mi escalera’ dando un paso adelante en busca de su identidad con el cuarteto que actualmente compone la banda.
Tras el lanzamiento de 4 singles en 2023, llegó a mis oídos el concierto que iban a dar en la Sala Siroco, para presentar un nuevo tema que empezaba a cerrar el circulo de un segundo EP, con un Sold Out muy justificado.
Me acerqué para ver la prueba de sonido y poder charlar con David, Lucas, Alex y Delti, sobre como han ido gestando estos nuevos temas y como se presentaba el futuro de la banda.
Lo que más me sorprendió fue la ilusión que tenían para ver como iban a funcionar en directo el par de temas nuevos que nos iban a enseñar, de como iba a reaccionar el público y sobre todo que la gente se lo pasara bien, cosa que últimamente hay grupos que han olvidado, tal vez por la saturación de conciertos que las bandas más populares están soportando, intentando recuperar los años perdidos por la pandemia.
Retirada a camerinos y la sala empezó a llenarse con seguidores incondicionales hasta llenarse (gente en la escalera es buen síntoma en la Siroco).
Con Gas y Dinamita arranca la velada, guitarras y sonido beat que nos transporta a la mismísima The Cavern en los años 60, rematado tras Ghosting y el clásico del primer LP de la banda Hay Vida después del Trabajo, con una cover espectacularmente resuelta de A Hard Day’s Night de los Beatles.
Buen sonido y ritmo de concierto, resuenan temas como Lady Di, Tercero, la cover de Los Lunes que Quedan en No Te Fallaré que hace que la sala no pare de saltar y corear los temas de la banda.
Llega el momento de los temas nuevos, Di la Verdad y Cerrando el Baile, con buen acogimiento por parte del público, buenos candidatos a formar parte del nuevo EP de la banda.
El concierto siguió recorriendo la discografía de la banda, con temas más actuales como la enérgica Sudor (muy evolucionada hacia el sonido Artic Monkeys y que es muy buena línea a seguir), la vitalista Mercado Chino con baterías muy marcadas, la más Leivera Maniquí con un estribillo muy pegadizo, para cerrar la noche con dos temas de su disco primigenio Ciudad y Pájaros como son Teppanyaki y un acústico Golondrinas entre el público que los arropó en lo que fue una noche perfecta.
La noche continuó en la parte superior de la sala mientras pinchaban los temas que los han marcado en su trayectoria, con amigos y seguidores, algo que no suele ser muy habitual en las bandas.
Si tenéis la oportunidad de verlos, no perdáis la oportunidad de ver un concierto de mucha calidad, con temas pegadizos, que tarde o temprano tendrán la repercusión que se merecen.
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