Conciertos Madrid crónicas

Concierto perteneciente a la gira europea de presentación del vigésimo disco ‘Fire Doesn`t Grow On Trees’ (2022), de la banda formada en los 90 en San Francisco comandada por el particular Anton Newcombe.

Estamos ante una de las bandas decanas de la neopsicodelia, formada en un tardío shoegaze (Methodrone de 1995) que ha sabido evolucionar hacia un sonido folk sesentero actualizado con la electrónica, el blues y el sonido garaje.

Retornamos a la Sala But (ahora denominada Paqui), antaño lugar de paso de los que no podíamos entrar en Pacha (Puretas mode), para ver el directo de esta comuna dirigida por Anton tras su último paso por España allá por el año 2016. Me bajo en Tribunal y, a medida que me voy acercando, empiezo a vislumbrar la tipología de los asistentes. Estamos ante una mezcla de nuevas y viejas generaciones que son seguidores, tanto de Alah-Las como de Grateful Dead o los efímeros 13th Floor Elevators con un sold out y gente buscando entradas en reventa.

Entramos y nos colocamos en la zona reservada para los fotógrafos, y es ahí donde nos comentan que la banda es muy estricta en lo que se refiere a reportaje gráfico, cosa que más adelante se corroborará al ver que la iluminación era bastante escasa y en tonos rojos y azules intensos, con un Anton escondido en la sombra.

La sala acaba por llenarse y, con un ligero retraso, saltan al escenario al más puro estilo 7 magníficos versión Dukes of Hazard, la tropa de Newcombe. Apreciamos ya que va a ser un concierto peculiar por el cargamento de isotónicos que portaban en sus manos tamaño Magnum. Una de las cosas más sorprendentes es la cantidad de guitarras que usan durante sus directos, y que fueron sustraídas y recuperadas en Portlan por valor de 50.000 dólares (Gibson, Fender, Vox).

Primeros acordes de We Never had a Chance (2019) con su ritmo lento que, unido a la oscuridad del escenario y el juego de luces azules y rojas, crea un ambiente underground propio de artistas como Lou Reed. Seguimos con el último single The Future is your past y Fudge (2022) en un alarde de composición de nuevos temas durante su gira en Berlín este año.

Tal y como había comentado Anton, la gira se iba a basar principalmente en el último trabajo, ya que no es partidario de mantenerse en temas de otros discos; es el momento de temas como The Real, Lucky Kitty, Wait a Minute, que desencadenó en uno de los temas más icónicos de la banda Anemone (1996) y su viaje espiritual hacia otras dimensiones, ayudado por cierto aroma floral que venía de vez en cuando desde el escenario.

El concierto empieza a ralentizarse, y los espacios entre canciones empiezan a superar los 5 minutos en muchos casos. El setlist se empieza a resentir y van mezclando canciones, a lo que necesitan recomponer y cuadrar los tempos, pero todo organizado por Anton, que era, a diferencia de una banda al uso, el que daba la intro y no la batería con el habitual marcado de baquetas.

Es el tiempo de temas como Drained, Nevertheless, Servo, Your Mind is my café…de álbumes anteriores para llegar al tramo final con Sailor, psicodelia en estado puro, con una Anton ya cansado y necesitando cada vez más tiempo entre temas.

A los 7 componentes se les unen los 2 ayudantes de staff con guitarras para cerrar un concierto que se estaba perdiendo ritmo. Fue el tiempo de A Word (2019) y Abandon Ship donde recuperaron un poco de ritmo a base de recuperar un tono más rock guitarrero, más sucio, más garaje…que hasta Joel Gion dejó la pandereta para moverse algo en el escenario. Tras esto la banda se retira del escenario y Anton se despide con un Adiós Madrid.

Algún despistado que no conoce a la banda esperaba unos bises que no se iban a producir.

Para bien o para mal estamos ante una de las bandas más atípicas del circuito internacional, pero que si te gusta el ambiente psicodelia, rock, guitarras no puedes dejar de verles en directo porque estás ante una de las mejores bandas del mundo.

No estuvimos en el verano del 67 ni en Woodstock 69 pero esta noche hemos estado lo más cerca que podíamos hacerlo en un siglo 21 que agradece este tipo de bandas, transgresoras y tocando un directo envolvente, aunque le faltase algo de ritmo al final, que los asistentes en el 69 no hubiesen notado al estar al mismo ritmo espiritual que Anton y su comuna.

Crónica y fotos: Sergio García Lavilla