El pasado sábado 21 pudimos disfrutar en el Teatro Circo Price de Madrid la presentación del último trabajo del grupo barcelonés Elefantes. Con todas las entradas vendidas, al igual que en los carteles de las demás ciudades españolas, el grupo nos deleitó con antiguas y emotivas melodías que a todos hicieron cantar a pleno pulmón además, por supuesto, con las canciones de su último y esperado disco.
Los barceloneses anunciaron previamente que no irían solos a los escenarios madrileños, si no que les acompañarían tres reconocidos artistas: Iván Ferreiro, Coque Malla y Alberto Jiménez (del grupo Miss Caffeína). Junto a estos tres grandes artistas, que fueron saliendo al escenario de manera progresiva, sorprendiendo y emocionando al público con sus interpretaciones, Elefantes consiguió crear una atmósfera de armonía y amistad entre músicos que al final no consiguió otra cosa que enamorar al público.
A lo largo de la noche y tras grandes interpretaciones de canciones como Que todo el mundo sepa que te quiero, Azul, Momentos o Duele resultaba difícil mantenerse sentado en la butaca del teatro; la emoción de los espectadores se mostraba lógicamente latente, pues no podría ser otra cuando la voz de Shuarma inundaba la sala. Después de una noche plagada de emociones parecía que quedaba la traca final. Los artistas interpretaron las cuatro últimas canciones del concierto teniendo en cuenta, por supuesto, lo que a través de estas cuatro canciones iban a despertar en el público. Equilibrios, Pretendes, Por verte pasar y Momentos fueron el adiós de Elefantes en Madrid; la despedida de un concierto mágico ante el que todos se pusieron en pie.
Como lazo final, Elefantes presentó a su público un tema recién salido del horno junto a otros compositores y artistas. Esta canción tenía un objetivo y un sentido concreto: la concienciación sobre el problema de los refugiados sirios y la inactividad de los gobiernos europeos, concretamente en el caso de nuestro país. A través de la interpretación de Mediterráneo de Joan Manuel Serrat a manos de Hugo, el guitarrista del grupo, Elefantes se despedía dejando una impronta en la conciencia del público y demostrando una vez más la relación entre la música y el sentido más humano del hombre.
Texto: Lucía Cantos Ruiz