conciertos 2017

Una hora antes de que Cycle saliera al escenario, los chicos de Telebit arrancaron el espectáculo como teloneros, siendo esta su tercera actuación en la capital. Las melodías de su último álbum ‘Doce Vientos’ dan la bienvenida al público conforme este llega, pero los fuertes ritmos de batería que inundan la sala desde el primer contacto deja claro que no van a intentar crear un camino de transición entre la tranquilidad y la euforia, sino que van a por todas con independencia de que la sala esté llena o no. ‘Amuleto’, ‘Somos Coyotes’ o ‘Sombras’ son algunas de las canciones elegidas por los colombianos de caras pintadas para comenzar el show, «esta es para bailar», incide el vocalista principal antes de pasar a la siguiente en un amago de animar a un público que aún no supera la barrera del movimiento de pie. Canciones potentes con voces que quizá quedaron demasiado etéreas, voces que no necesitan ser distorsionadas o rebajadas para quedar bien, sino todo lo contrario. Se despiden con ‘Doce Vientos’ y dan paso a Cycle.

Con la sala ya a rebosar, David Kano es el primer integrante en salir al escenario, seguido de Juanjo Reig. Cuando La China aparece y empieza a mover la cadera con una máscara ocultando parte del rostro, el público grita. Luke Donovan ocupa el centro y recuerda tanto por su aspecto (gafas, pelo corto y barba) como por la actitud que mantiene durante la primera mitad del concierto, a un Walter White (protagonista de Breaking Bad) que ha decidido adoptar el rock como forma de salvación en lugar de la venta de anfetaminas. Donovan muestra respeto y dominio manteniendo posturas estáticas y elevando los brazos a los lados, como si quisiera mostrar el imperio sonoro que ha conseguido instalar en el Joy Eslava.

Claro que, llegados a la segunda mitad del espectáculo, el vocalista abandona esta actitud para dejar llevar su cuerpo por la maestría de David Kano en la mesa de mezclas. En cierto momento invitan a una violinista al escenario, que cuando empieza a tocar junto a ellos y los focos apuntan a la bola de cristal del techo de la sala, consigue hacer llegar la intensa melodía de la cuerda a todos los presentes. La China se pasea creída mientras dice «you talk too much» y se siente libre para lanzar agua a la primera fila, además de posar para las cámaras y recrear una ejecución en directo. Todos los cortes de ‘Dance All Over’ merecen darlo todo, pero cuando llega ‘Be The One’, un auténtico hit que debe ser escuchado en directo, la sala vibra con ellos. Luke insiste en el aprecio que siente hacia los fans madrileños, un público «de puta madre» como diría él.
Esta cita es una de las últimas de su gira, que lleva dos años en carretera y cierra el 9 de diciembre en Granada.

Texto: Alberto García Méndez