conciertos Teatro Circo Price

Miguel Campello presentó el 14 de Enero en el Teatro Circo Price de Madrid su cuarto trabajo en solitario titulado «Agua, Pan, Amor y Vino». Campello consolida su carrera como ex-integrante de ‘El Bicho’ con este largo que fusiona el flamenco con diversos estilos, lo hace eléctrico y el doble de bailable, donde hay canciones rápidas y lentas, letras de júbilo y de nostalgia. Queda una obra redonda, que interpretada en directo emociona hasta a los más escépticos del cante andaluz. El cantautor aparece en el escenario adueñándose de él al instante, es ágil, se mueve y baila haciendo volar la falda negra con bordes rojizos que viste y sus dos largas rastas. Coge el micrófono y lo lleva consigo con una mano mientras con la otra ayuda al batería a marcar el ritmo con una percusión a su derecha. Se acompaña de dos guitarras, una española y otra de doble mástil, y un bajo eléctrico además de batería. Pero son los dos instrumentos de viento, sobretodo la flauta travesera, los que enriquecen este directo que suena totalmente diferente a la versión de estudio, y es que Miguel y su banda son de hacer música viva, improvisan y desatan la bestia.

Las primeras canciones son fiesta pura, ritmos frenéticos que prohiben permanecer sentado. Miguel no se está quieto, gira sobre si mismo e incluso se sube a un taburete para hacer un par de mortales hacia atrás. Se nota que está en plena forma y que disfruta del concierto. Pero llegado el momento los componentes cogen una silla y se sientan, para relajar un poco el ambiente e interpretar algunas de las partes lentas del disco. Se proyectan imágenes en el fondo que siguen con la estética del álbum, paisajes secos, olivares y objetos como el botijo sobre el mantel que aparece al inicio de uno de sus videoclips. El cantante tiene una botella de vino para aclararse la garganta y de paso hacer honor al título, y no se corta en pedir otra cuando la primera se acaba. Dedica una de sus canciones a una tímida joven que se encontraba justo delante de él, aprisionada por los histéricos fans, y también invita más tarde a subir a otra chica que se inclina ante él y hace amago de morderle un brazo. En la canción que da nombre al disco, bajan la música para que el público cante las cuatro palabras mágicas, y se levantan cartones con forma de corazón.

Cuando el cantante dice «vamos a vivir la vida como si fuera un momento», el público se lo toma al pie de la letra y se ponen en pie los pocos que aún no lo estaban. Con «No Llora mi Pez», el cantante intenta no emocionarse, al contrario que los oyentes, que no pueden evitar añorar a los seres queridos que se han ido en la que puede ser la canción más desgarradora del álbum. Pasado este momento, Miguel se despide con buen rollo, con canciones que recuperan el ánimo, e incluso canta un par más estando ya fuera de tiempo. A punto de terminar, se sube al taburete para el último salto, y cuando toca el suelo acaba el concierto. Enérgico y apasionado, Campello se despide de Madrid para seguir con el tour.

Texto: Alberto García Méndez